Aunque se supone que esta película es el epítome de la producción artística de este director y se admira como "obra maestra", la encuentro sumamente sobrevalorada, sobre todo a la vista de producciones suyas posteriores.

Aunque tiene momentos notables, estos son efímeros y se diluyen; la obra no es capaz de despuntar ni salir adelante. Se entierra a sí misma y arriesga poco en comparación con lo que vendría después. Sí, por supuesto que es "cine de autor" (personalísimo, por demás), pero a la postre se queda más cerca del teatro que del 7º arte y el regusto que deja al espectador es el de mostrar este lío teológico monumental que tenía Bergman en la cabeza más que presentar un mensaje madurado donde el espectador puede decidir.

No estoy diciendo que sea mala película, pero la considero "cine sobrevalorado". En sus intestinos hay más flojera que nervio y fortaleza. Los personajes apenas son desarrollados y Bergman presenta sus dilemas sin realmente haberlos "masticado". Es como si apelara a una profundidad que no consigue alcanzar y por tanto es incapaz de presentar. Parece más un "esbozo" de mosto dulzón que un buen vino. Hay mucha "mezcla", pero poco asentamiento madurado. El regusto final es que se han impuesto los problemas psicológicos del sueco... y todo queda sin solventar, como en el aire.

No es su mejor película ni por asomo. Esto es un recital de sus luchas internas con la fe y la muerte, pero tendríamos que esperar a producciones suyas posteriores más maduras para alcanzar algo de madurez (valga la redundancia). Sin ir más lejos, El Manantial de la Doncella presenta prácticamente los mismos dilemas con un nervio y fortaleza y un juego entre líneas que casi dejan en ridículo al "Séptimo Sello".