Siempre son de agradecer las escasas incursiones del cine patrio en el género fantástico y/o de ciencia ficción aunque a veces se quede a medio camino como en la fallida "El corazón del guerrero" de Daniel Monzón o dé como fruto productos cuanto menos discutibles como la "Acción mutante" de Álex de la Iglesia.

En esta ocasión, sin embargo, nos hallamos antes un film que sorprende por su frescura y por lo atractivo de su propuesta.

Un guardia civil (el título de la película juega obviamente con el doble sentido de la palabra "cuerpo") descubre una puerta que conduce a otra dimensión en la que un actor -que se parece a él como dos gotas de agua la una a la otra- le interpreta, convirtiéndole por tanto en un mero personaje de ficción.

A la angustia existencial que se deriva de dicho descubrimiento se une pronto el estímulo de poder cambiar "desde fuera" las precarias condiciones que presiden su mediocre existencia.

El argumento es ingenioso, está bien resuelto y cuenta con la simpática presencia del atribulado Gustavo Salmerón y con el sólido trabajo de un José Coronado que sencillamente lo borda en su doble interpretación.

Unas gotitas de saludable erotismo merced a la atractiva contribución carnal de las atractivas Rocío Muñoz y Goya Toledo ponen el resto.