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Voto de mnemea:
9
8,1
3.696
Romance. Drama
París, 1820. Dos jóvenes artistas, Baptiste Debureau y Frédéric Lemâitre, debutan en el teatro de los Funámbulos y entablan amistad. Un día, Garance, una misteriosa y atractiva mujer, irrumpe en sus vidas. Mientras que el tímido Baptiste no se atreve a declararle su amor, Frédéric la convierte en su amante. Sin embargo, al estar implicada en una serie de crímenes, la mujer desaparece. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día entré al teatro en la ciudad desconocida. Allí esperaban entre bastidores el mimo, el actor y el enigma. Se alzó el telón y sus vidas formaron parte de París y sus sueños tiritaron de frío al encontrarse juntos, frente al ávido espectador que quería conocer todo de ellos y deseaba disfrutar, reír y llorar ante el espectáculo que algunos llaman vida.
Conocemos a Frédérick, el divertido galán que aspira a ser el mejor actor, el que sepa exprimir a Shakespeare como ningún otro. Un cartel tendrá su nombre en grandes letras junto a las palabras "entradas agotadas" y su plenitud será una conquista definitiva en un hombre feliz al compartir sus más íntimos sentimientos frente al público.
Como gran conquistador, entre la gran multitud de sus abarrotadas calles, nos consigue descubrir a la dama más misteriosa y a la vez sencilla y siempre sonriente de aquel lugar. Conocida como Garance, el nombre de una delicada flor para una mujer fuerte y maravillosa, capaz de conquistar a cualquiera con su sola presencia. Ella es el enigma que se fijó en aquella calle donde los artistas convivían en unos bonitos ojos de labios sellados y tez impregnada de blanco maquillaje, en el mimo que la salvó de una acusación mientras a todos hacía reír.
El soñador de ojos despiertos, el hombre enamorado de todo lo que queda por llegar, el frágil y cuidadoso Baptiste, que convertía en un arte íntimo y tan expresivo cada uno de sus gestos en el escenario mientras devoraba las noches para conocer todo lo que le rodeaba rompiendo la posibilidad de perderse algo importante en una viva ciudad como aquella.
La noche, principio de amores donde todos desvelan sus verdaderos anhelos, como desnudos entes que nada se atreven a ocultar, Garance admite sonreír a cada pesar, Baptiste reconoce ser amante de sus sueños y de ella misma, aunque tal sencillez desprende esa mujer que es incapaz de aproximarte tanto como ella le permite y Frédérick se asoma a una ventana como una Julieta para conquistar esa estrella como un rufián Romeo.
Pero existe la mañana siguiente, seguida de todas las mañanas de este mundo, y los tres avanzan, vuelven a esconder sus deseos desvelados y comparten secretos a veces sin compartirlos. El soñador es un pierrot que llora, el actor quiere gritar palabras comprensibles, la flor debe desaparecer, el primer acto ya puede terminar.
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Conocemos a Frédérick, el divertido galán que aspira a ser el mejor actor, el que sepa exprimir a Shakespeare como ningún otro. Un cartel tendrá su nombre en grandes letras junto a las palabras "entradas agotadas" y su plenitud será una conquista definitiva en un hombre feliz al compartir sus más íntimos sentimientos frente al público.
Como gran conquistador, entre la gran multitud de sus abarrotadas calles, nos consigue descubrir a la dama más misteriosa y a la vez sencilla y siempre sonriente de aquel lugar. Conocida como Garance, el nombre de una delicada flor para una mujer fuerte y maravillosa, capaz de conquistar a cualquiera con su sola presencia. Ella es el enigma que se fijó en aquella calle donde los artistas convivían en unos bonitos ojos de labios sellados y tez impregnada de blanco maquillaje, en el mimo que la salvó de una acusación mientras a todos hacía reír.
El soñador de ojos despiertos, el hombre enamorado de todo lo que queda por llegar, el frágil y cuidadoso Baptiste, que convertía en un arte íntimo y tan expresivo cada uno de sus gestos en el escenario mientras devoraba las noches para conocer todo lo que le rodeaba rompiendo la posibilidad de perderse algo importante en una viva ciudad como aquella.
La noche, principio de amores donde todos desvelan sus verdaderos anhelos, como desnudos entes que nada se atreven a ocultar, Garance admite sonreír a cada pesar, Baptiste reconoce ser amante de sus sueños y de ella misma, aunque tal sencillez desprende esa mujer que es incapaz de aproximarte tanto como ella le permite y Frédérick se asoma a una ventana como una Julieta para conquistar esa estrella como un rufián Romeo.
Pero existe la mañana siguiente, seguida de todas las mañanas de este mundo, y los tres avanzan, vuelven a esconder sus deseos desvelados y comparten secretos a veces sin compartirlos. El soñador es un pierrot que llora, el actor quiere gritar palabras comprensibles, la flor debe desaparecer, el primer acto ya puede terminar.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Un pequeño descanso para que todos podamos coger aire de nuevo, antes de volver a abrir el telón, donde unos segundos se han convertido en años, donde cada uno se ha acomodado en un grato puesto donde afirmar toda la belleza que pueden compartir con su público, pero con los sueños todavía palpitando en su interior, a la espera de que sea de nuevo de noche para volver a desnudar sus mundos y tocar levemente lo que el tiempo no les ha permitido, y sentir el cuerpo estremecerse al tiempo que ellos se acercan en un confuso París de duelistas, dandis, humildes actores y soñadores, siempre soñadores que miran a las bellas damas que resultan únicas y por las que nunca se dejará de soñar.
Despiertos en la noche, descubrimos el mundo detrás de los gruesos telares que se confunden con telones, así que pasen y vean, el espectáculo nos ofrece las risas y las lágrimas esperadas, nos muestra el amor en tan variadas facetas y nos deslumbra entre luces los más sentidos manjares de la actuación y nos preguntamos a un tiempo Garance y espectadora cómo un alma dulce como la de Baptiste puede representar una escena tan cruel en su teatro.
La entrada es libre, la puerta está abierta para quien quiera contemplar. Todos cabemos aquí dentro y al terminar, ninguno queremos salir.
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Cuando se aleja sin necesidad de mirar atrás el mundo le abre un hueco para que avance sin remordimientos, sin dificultad, se desliza por una pista que siempre queda lejana. Pero el soñador necesita seguir ese rastro perfumado de mujer y la multitud crece para dificultar su paso, y la muchedumbre grita para ahogar sus deseos en un hilo de voz que ya nadie escucha, pero el soñador lucha por avanzar, por seguir ese sueño que poco a poco se convierte en silueta, para diluirse en sombras y pronto desaparecer tal y como vino un día.
Despiertos en la noche, descubrimos el mundo detrás de los gruesos telares que se confunden con telones, así que pasen y vean, el espectáculo nos ofrece las risas y las lágrimas esperadas, nos muestra el amor en tan variadas facetas y nos deslumbra entre luces los más sentidos manjares de la actuación y nos preguntamos a un tiempo Garance y espectadora cómo un alma dulce como la de Baptiste puede representar una escena tan cruel en su teatro.
La entrada es libre, la puerta está abierta para quien quiera contemplar. Todos cabemos aquí dentro y al terminar, ninguno queremos salir.
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Cuando se aleja sin necesidad de mirar atrás el mundo le abre un hueco para que avance sin remordimientos, sin dificultad, se desliza por una pista que siempre queda lejana. Pero el soñador necesita seguir ese rastro perfumado de mujer y la multitud crece para dificultar su paso, y la muchedumbre grita para ahogar sus deseos en un hilo de voz que ya nadie escucha, pero el soñador lucha por avanzar, por seguir ese sueño que poco a poco se convierte en silueta, para diluirse en sombras y pronto desaparecer tal y como vino un día.