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España España · Castellón de la Plana
Voto de mnemea:
7
Drama Jim Morrison, cabeza visible de The Doors, para muchos fue un regalo de Dios; para otros, un vástago del Diablo. Vivió al límite, en una anárquica carrera autodestructiva salpicada de escándalos y arrebatos de ira y de pasión que lo hundieron en un abismo de sexo, alcohol y drogas. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El reino de los cielos tenía una prima donna llamada Jim Morrison en la época en la que los grandes mitos estaban abocados al infierno. Presencia del exceso, un genio empujado al vacío del éxito, uno de los elegidos, como otros muchos para volar sin alas y reavivar sus llamas sin permiso alguno.

Cuando aún siquiera sabía lo que era el inglés ni conocía la existencia de términos como rock o blues, sí podía distinguir cuando sonaban The Doors, y aunque fuera en un idioma propio, me ponía a cantar algo parecido a lo que escuchaba.

Años felices, de los que recuerdas fragmentos... como cuando llegó un paquete de ese estudiante en el extranjero que trajo consigo una leyenda en imágenes. El poster gigante, con dos tintas, verde y negro, hacía un recorrido por todos los momentos importantes de la vida musical y circense del protagonista. Estaba la tan famosa fotografía de Jim Morrison a pecho descubierto con un largo collar y los brazos levantados, mirando a la cámara desafiante, firme. Jim Morrison cantando con escolta policial, Jim Morrison masturbándose en el escenario, Jim Morrison escupiendo al público. Todos los momentos reflejados en un papel por el que pasaron los años, tan perjudiciales. Cuantas veces me he sentado en cama ajena para contemplar ese poster... cada una de las escenas representan uno de los instantes clave de la historia de The Doors, representados también en esta película que nos muestra, a mi parecer, de un modo demasiado romántico, quién fue o quién experimentó ser Jim Morrison y toda la gente que ascendió para nunca más tocar el suelo a su alrededor.

El primer libro de poesía que regalé fue de Jim Morrison, era de pequeño tamaño, delgado, rojo. Recuerdo un poema sobre un vagabundo por el mundo. El Morriosn que llevaba barba, que contemplaba el mundo con otras miras respecto a la vida y la muerte. Otro guiño a la película, que nos muestra el camino a su fin. Por aquel entonces las estrellas se desgastaban y dejaban de brillar a velocidades alarmantes, para resurgir como mitos, celebridades muertas que nunca se extinguirán. Muchas personas pasan por su lado, admiran sus excesos blasfeman sobre su tumba y desaparecen, pero su recuerdo sigue ahí.

Y la película podría ser mucho mejor, pero narra todo lo que parece ser imporante para acercarnos a su historia. Puede que otros actores hubiesen estado más acertados, no importa mucho, la he vuelto a ver porque la película la tenía olvidada y el mito todavía más. Nunca me podré considerar una buena seguidora, sólo tengo recuerdos que compartir.
mnemea
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