Thriller con momentos de cine bélico y una capita de pintura de ciencia ficción, que queda limitada al macguffin argumental.

El estilo hiperrealista que consigue Cuarón no deja de ser digno de interés, y es lo único que sostiene a la película viva ya que una vez que has asumido la distopía, esas calles decadentes y esa sociedad desesperanzada, la trama es simple hasta decir basta. La producción es excepcional pero las balas son lo único que te mantiene en tensión, principalmente porque de vez en cuando van a parar a algún personaje más o menos relevante. En este sentido Cuarón brilla a la altura de grandes realizadores como Billy el niño, Butch Cassidy o Buffalo Bill.

La otra razón por la que las balas son lo único que mantiene la película en tensión es porque alguna parece que te pasa rozando la oreja.

Me hizo reflexionar pero no sobre por qué un día puede que seamos estériles todos, sino sobre por qué en el cine hay un despliegue tan masivo y exagerado de violencia.