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Voto de manuel:
9
7,6
1.710
Drama
"No codiciarás los bienes ajenos": Un hombre muere dejando una colección de sellos de gran valor. Sus dos hijos, Jerzy y Artur, que son los herederos, advierten que falta un sello para completar una valiosa serie. Décimo (y último) de los diez mediometrajes que constituyen el llamado "Decálogo" y que se inspiran en los Diez Mandamientos. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Varsovia termino las críticas de este Decálogo que he ido visualizando poco a poco a lo largo de un año y medio.
En Varsovia Kieslowski grabó está obra imprescindible del cine polaco y una obra maestra del cine, Kubrick así la definió.
He ido viendo poco a poco estos pequeños capítulos de una hora cada uno con un fin especial, poder asimilar y analizar el contenido de cada uno de los capítulos, su visualización es fácil pero su asimilación lleva un tiempo y esto se debe al gran contenido moral que cada capítulo encierra.
Dijo un día Janda, la actriz del segundo capítulo, que cuando grababan los capítulos no sabia muy bien que es lo que estaban haciendo hasta que han pasado los años y el tiempo los ha colocado como una joya del cine, una obra necesaria.
Hay que vivir en los bloques comunistas para poder entender este espíritu que se encierra entre estas cuatro paredes, hay que conocer al pueblo polaco para poder entender las miradas de estas personas, de este pueblo, hay que vivir entre estos días tan grises para poder entender a este gran director.
Poco a poco estoy entendiendo el gran valor de estos capítulos, los he visto muy poco a poco y yo he sabido cuando ver el siguiente, a veces pasaba un mes, a veces dos meses pero sabía que cada capítulo era una pequeña joya.
Kieslowski se sirvió de cada capítulo para poder adentrarse en el alma humana y en cada una de sus debilidades, sobre todo en la infidelidad, el amor a Dios, el amor carnal han sido siempre dos temas de principal discusión en Kieslowski, temas que siempre estaron presente en su filmografía.
Han habido capítulos inolvidables para mí como han sido el primero, tercero, quinto, sexto o incluso el séptimo, capítulo que deja atrás los tremendos bloques.
Varsovia estaba presente en cada capítulo, a veces se presenciaban las calles del casco antiguo pero en la mayoría de los capítulos eran los bloques lo que marcaron las vidas de estas personas.
Digo marcar porque hay que sentir los pasillos, los muebles, las cocinas, las tazas de té, los baños, las ventanas y sobre todo la vista desde los bloques porque lo que siempre se veía desde estos bloques eran más y más bloques.
Kieslowski era muy consciente de esto y rodó todos sus capítulos en estos edificios tan especiales para hablar de personas reales de carne y hueso y de su alma humana.
En Varsovia Kieslowski grabó está obra imprescindible del cine polaco y una obra maestra del cine, Kubrick así la definió.
He ido viendo poco a poco estos pequeños capítulos de una hora cada uno con un fin especial, poder asimilar y analizar el contenido de cada uno de los capítulos, su visualización es fácil pero su asimilación lleva un tiempo y esto se debe al gran contenido moral que cada capítulo encierra.
Dijo un día Janda, la actriz del segundo capítulo, que cuando grababan los capítulos no sabia muy bien que es lo que estaban haciendo hasta que han pasado los años y el tiempo los ha colocado como una joya del cine, una obra necesaria.
Hay que vivir en los bloques comunistas para poder entender este espíritu que se encierra entre estas cuatro paredes, hay que conocer al pueblo polaco para poder entender las miradas de estas personas, de este pueblo, hay que vivir entre estos días tan grises para poder entender a este gran director.
Poco a poco estoy entendiendo el gran valor de estos capítulos, los he visto muy poco a poco y yo he sabido cuando ver el siguiente, a veces pasaba un mes, a veces dos meses pero sabía que cada capítulo era una pequeña joya.
Kieslowski se sirvió de cada capítulo para poder adentrarse en el alma humana y en cada una de sus debilidades, sobre todo en la infidelidad, el amor a Dios, el amor carnal han sido siempre dos temas de principal discusión en Kieslowski, temas que siempre estaron presente en su filmografía.
Han habido capítulos inolvidables para mí como han sido el primero, tercero, quinto, sexto o incluso el séptimo, capítulo que deja atrás los tremendos bloques.
Varsovia estaba presente en cada capítulo, a veces se presenciaban las calles del casco antiguo pero en la mayoría de los capítulos eran los bloques lo que marcaron las vidas de estas personas.
Digo marcar porque hay que sentir los pasillos, los muebles, las cocinas, las tazas de té, los baños, las ventanas y sobre todo la vista desde los bloques porque lo que siempre se veía desde estos bloques eran más y más bloques.
Kieslowski era muy consciente de esto y rodó todos sus capítulos en estos edificios tan especiales para hablar de personas reales de carne y hueso y de su alma humana.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Estamos ante el capítulo décimo, dos de sus actores que más tarden se unirán en la otra obra maestra del cine, Tres colores, exactamente aparecerán en Blanco, la película más polaca de esa trilogía.
Stuhr y Zamachowski, dos hermanos que no quedaban hace casi unos dos años y debido a la muerte de su padre quedaron en el funeral, beber un poco de vodka y mirar la “insignificante” herencia que les había dejado.
Un padre que vivió toda su vida coleccionando sellos y viviendo como un auténtico pobre, en unas condiciones bastante pobres, una cama, una mesa y bastantes armarios de metal donde guardaba su tesoro.
Dos hijos que no tenían nada de contacto con su padre, aquí Kieslowski plantea la relación entre padres e hijos al igual que el valor de la riqueza material.
Un hombre que poseía una gran riqueza material en sellos de un incalculable valor, vivía en pésimas condiciones.
La avaricia será el valor moral que Kieslowski quiere presentar aquí. Dos hermanos que no tenían nada de relación pero el valor del dinero los une hasta que cada uno dudará del otro.
Un riñón será el principal elemento del juego, un elemento que pone en cuestión hasta donde puede llegar el hombre para poder poseer más y más, la avaricia y codicia serán los ingredientes de esta joya del decálogo.
Cada capítulo me entusiasmaba por su planteamiento, la manera de como Kieslowski nos juzga y se juzga y en este caso su pluma escribe un guión asombroso, los actores son magníficos y el entorno hace de este cuento algo extraño y surrealista pero cada capítulo es algo real, algo propio del ser humano.
Aquí termino esta serie de capítulos que me han hecho plantearme muchos aspectos morales del ser humano, unas lecciones de cine y de vida, sin duda, Kieslowski termina el Decálogo como un maestro del cine.
Gracias Kieslowski por esta obra.
Stuhr y Zamachowski, dos hermanos que no quedaban hace casi unos dos años y debido a la muerte de su padre quedaron en el funeral, beber un poco de vodka y mirar la “insignificante” herencia que les había dejado.
Un padre que vivió toda su vida coleccionando sellos y viviendo como un auténtico pobre, en unas condiciones bastante pobres, una cama, una mesa y bastantes armarios de metal donde guardaba su tesoro.
Dos hijos que no tenían nada de contacto con su padre, aquí Kieslowski plantea la relación entre padres e hijos al igual que el valor de la riqueza material.
Un hombre que poseía una gran riqueza material en sellos de un incalculable valor, vivía en pésimas condiciones.
La avaricia será el valor moral que Kieslowski quiere presentar aquí. Dos hermanos que no tenían nada de relación pero el valor del dinero los une hasta que cada uno dudará del otro.
Un riñón será el principal elemento del juego, un elemento que pone en cuestión hasta donde puede llegar el hombre para poder poseer más y más, la avaricia y codicia serán los ingredientes de esta joya del decálogo.
Cada capítulo me entusiasmaba por su planteamiento, la manera de como Kieslowski nos juzga y se juzga y en este caso su pluma escribe un guión asombroso, los actores son magníficos y el entorno hace de este cuento algo extraño y surrealista pero cada capítulo es algo real, algo propio del ser humano.
Aquí termino esta serie de capítulos que me han hecho plantearme muchos aspectos morales del ser humano, unas lecciones de cine y de vida, sin duda, Kieslowski termina el Decálogo como un maestro del cine.
Gracias Kieslowski por esta obra.