El atropello a un ciclista será el motor de toda la película, el hecho que indagará en la mente de nuestros protagonistas, el análisis de la lujuria y el materialismo de la aristocracia y de su ignorancia y crueldad.
Cada escena está muy bien estudiada para llevar a cabo un fin crítico, crítica a esa sociedad burguesa que vive en el materialismo y la ignorancia, cruel hacia los demás hasta que un hecho hace tambalearse los pilares de esta lujuria.
El atropello a un ciclista que andaba por la carretera y la fuga de los culpables hacen que los culpables tengan miedo de poder perder aquellos que tienen, su posición en la sociedad, con esto se analiza a la sociedad del momento, desde el pobre hasta el rico, la situación española de posguerra y su dictadura.
Bardem sabe analizar todo esto de una manera discreta y con elegancia, consiguiendo diálogos y escenas memorables del cine español, escenas sorprendentes de los primeros planos de miradas y caras angustiadas.
El final muestra con claridad las mentes los protagonistas, uno con ganas de entregarse y comenzar con su nueva vida aunque esta pueda ser dura pero vivirá con la conciencia tranquila y su amante, la cual se plantea el vivir entre la lujuria sin dejar atrás su posición social que le vino sola, sin trabajársela, casándose con un hombre rico, puede hacer caso a su amante y comenzar una vida declarando su pecado; el final muestra escenas del odio humano, de lo que el hombre es capaz de hacer pero también muestra una cosa clara, que cada uno acaba recibiendo lo que se merece.
El accidente de coche del final y la duda del humilde hombre del final hace crítica a esa diferencia de clase social, la humildad y bondad del pobre y la arrogancia del rico.
Sin duda Bardem consigue hacer una obra maestra, una obra clásica.
Una lección de buen cine y buenas intenciones, una manera de dar lecciones sobre la vida y sobre cine.