Vista "Cuentos de Tokio" debo decir que Yasujiro Ozu es un auténtico artesano. Y no le hace falta más que recurrir a la simplicidad y a la naturalidad para hacer completamente veraz un retrato de esta familia que se quiere quitar de en medio a los padres. Nada de trampas, ni de detalles inverosímiles, todo contado de una manera auténtica que lo que consigue es tocar la fibra sensible de quien se ponga delante de la pantalla. En ningún momento toca la sensiblería y eso que con la historia que cuenta es fácil hacerlo.

Yasujiro Ozu también es un poeta. Pero de los de verdad, no de esos que intentan serlo y lo único que hacen es agobiar. No es de esos que alargan sus planos de manera innecesaria. El retrato lento va acorde con la historia que cuenta y es que Yasujiro Ozu sabe utilizarlos como nadie los cuando los necesita. Todo ello sin que se resienta la veracidad de la historia que nos está contando, desarrollando de manera sobresaliente esos personajes especialmente el de los padres, excelentemente interpretados, que resultan completamente creíbles.
Pero es que cuando absolutamente todo funciona, historia, dirección, actores e incluso detalles técnicos, lo único que queda es rendirse ante la película y aplaudirla (o echar unas lágrimas).

Completamente merecidas las alabanzas hacía esta película. Se las merece. Es cine que conmueve, que en cada minuto te golpea dentro, del que sigues cada detalle, vamos del que ya poco o nada se hace hoy en día.