Ahora que lo post-apocalíptico causa tanto interés es un verdadero placer disfrutar de un poco de cine divertido sin sufrir traumas. Aquí tenemos amor joven, casi adolescente, monstruos feroces y asquerosos, comunidades de supervivientes y algún que otro topicazo, pero todo funciona perfectamente gracias a las nulas pretensiones existentes.

Esta película es una oda a la conservación de la humanidad. Las comunidades de supervivientes son sencillas, realistas y pobladas por gente normal. Han sufrido el apocalipsis pero no sienten deseos de degollarse mutuamente durante todo el metraje, como ocurre en el 99% de todas las producciones de cine y TV del género y que, simplemente, aburre, pues cada cambio es una vuelta de tuerca a la maldad y mezquindad humana sin límite ni cota. No hay nada de esto aquí; ver cómo se ayudan o simplemente se ignoran es un soplo de aire fresco.

El resto es una historia de amor ligeramente más estúpida de lo habitual y efectos bastante decentes. Ideal para disfrutar del estado de alarma con patatas preferiblemente de churrería y un par de combinados de ginebra.