El libro de la selva, de Rudyard Kipling. Una de las historias más adaptadas del mundo en el cine y la televisión.
Y no cabe duda de que es fácil ver por qué. Los temas que trata son universales (la naturaleza versus la civilización, el lado salvaje del ser humano contra el más visceral, la nobleza del mundo animal, el bien contra el mal, la familia y su importancia) y sus personajes resultan encantadores después de más de 120 años. Bagheera, Baloo, Kaa, Shee Kan, Akela, los lobos y por supuesto Mowgli permanecerán para siempre en el imaginario colectivo y el corazón de muchos lectores y espectadores.
Así pues, ¿cómo se puede ser original a la hora de hacer otra película basada en las historias indias de Kipling? Pues haciendo lo que ha hecho Andy Serkis en esta cinta. Sin canciones, apartándose deliberadamente de la visión Disney de la historia, Serkis ha querido presentar una versión, digamos, más realista y más oscura que las anteriormente vistas. El resultado no es el esperado (muchas cosas, como la interacción de Mowgli con los lobos, especialmente Bhoot, resultan bastante infantiles), pero sin duda es distinto de cualquier otra cosa y no recuerda a su referente más directo, que es El libro de la selva de Jon Favreau, en 2016. No hay más que ver la participación de Kaa en esta película, por ejemplo, muy distinta de la que tiene en las cintas de Disney. La verdad es que se agradece la originalidad.
El problema es que ni siquiera todas esas ganas y ese mimo que han puesto Serkis y su equipo es suficiente para quitarnos la sensación de que, realmente, no necesitábamos esta película. No hay nada trascendente en ella, nada que nos deje con ganas de más o de repetir visionado. Es bonita, sí, es muy entretenida, sí. Pero también es intrascendente, sorprendentemente irregular a veces en su ritmo para los 95 minutos que dura, y no transmite emoción por unos personajes y una historia tan potentes.
Vamos con el CGI, los efectos visuales o como quieran llamarlos. Mucho se ha hablado de los animales en esta película, y con razón. Hay algo bastante raro en cómo se ha animado a los amigos de Mowgli. Algunos, como Kaa o Bagheera, lucen lustrosos y estupendos, mientras que otros, principalmente Baloo y los lobos, parece que acaban de salir de las drogas. Shere Khan, por su parte, tiene un cabezón impropio, los elefantes van cubiertos de hierba hasta la cabeza (¿?), el paisaje cambia de selva frondosa a desierte inmundo en cero coma segundos, e incluso la bella Kaa parece una serpiente de cien metros (ver su intervención cuando Mowgli está secuestrado por los monos, aquí muy secundarios, por cierto). Raruno, como decíamos.
En definitiva, una película correcta, pero no demasiado necesaria. Han hecho bien en no estrenarla en cines. Muy probablemente hubiera fracasado. Para Netflix y para pasar un rato entretenido es perfecta.

Lo mejor: Las ganas con que se ha hecho, intentando aportar algo distinto, y la actuación de Rohan Chand.
Lo peor: Los efectos visuales dejan mucho que desear, y no termina de resultar trascendente.