Ay, señor, señor... qué paciencia hay que tener.
Ahora o nunca es lo que se viene a llamar una película fallida. De principio a fin. Bueno, o casi fin, porque para ser justos, el final (aunque cursilón y tópico) es lo mejor de la función, y el único momento en que la cosa consigue ser tierna y divertida. Porque el resto de la película es un ejemplo perfecto de comedia que llega tarde a todo, que fuerza los supuestos chistes al máximo... y encima no tiene gracia. Como mucho provoca alguna sonrisa, pero risa pocas veces. Muy pocas. No emociona, no divierte, los personajes son planos cual tabla de surf... en fin.
Los actores hacen lo que pueden (unos más y otros menos... Dani Rovira vuelve a interpretarse a sí mismo, y María Valverde no anda nada fina), pero es que hay tan poco, tan poco donde rascar...
Evítensela.

Lo mejor: Se pasa rápido, el final es curioso y ver Inglaterra siempre mola
Lo peor: ¿Dónde está la gracia?