Casa ajena puede muy bien haber inventado un nuevo género: el terror social, o el terror-drama social, para ser más exactos.
Con la guerra civil de Sudán del Sur como telón de fondo, Remi Weekes compone un aterrador cuento sobre la guerra, las decisiones, la crueldad humana y cómo las víctimas no siempre son inmaculadas. Ese es el verdadero terror de la película, ya que, sorprendentemente, donde más naufraga la propuesta es en las escenas "espectrales" o de terror (en la que se ha contado con la inestimable colaboración del español Javier Botet, quizás el actor especialista en criaturas más importante del mundo en los últimos años, junto con Doug Jones), y no porque estén mal rodadas o no pongan los pelos de punta, sino porque se parecen más a muchas que ya hemos visto mil veces antes en otras películas. Pero el fondo de la película es sensacional, como lo es su narración y su diseño de personajes, así como la extraordinaria interpretación de Sope Dirisu y Wunmi Mosaku. Ojalá podamos ver más de ellos en el futuro en otros proyectos.
Sin duda, una de las más valientes películas del año.

Lo mejor: Su fondo, su mezcla de terror y drama y la interpretación de sus dos protagonistas.
Lo peor: Las escenas de terror, por así llamarlas, son convencionales y nada novedosas.