El mayor problema de Atracción fatal es que es una de esas películas tan populares que todo el mundo conoce el final. Sobre todo si se ha visto El diario de Bridget Jones.
Adrian Lyne, experto número 1 en thrillers calentorros, sólo tenuemente igualado en ocasiones por el Paul Verhoeven de Instinto básico y Showgirls, dirige una de sus películas más conocidas, una historia de la obsesión amorosa llevada al extremo, entre un pobre hombre que comete el error garrafal de tener un affaire con una compañera de trabajo que es un poco psicópata.
La suerte es que la propuesta es entretenida, que Michael Douglas bordaba como nadie estos papeles de guapo con lado oscuro en los 80 y los 90, y que Glenn Close, pese a que entonces no tenía aún demasiada experiencia en cine, es una superdotada y siempre está fabulosa haga lo que haga.

Lo mejor: Su pareja protagonista, volcánica, y su tono, tan típico de Lyne.
Lo peor: Es lo que es... tampoco se puede pedir mucho más.