Todo por un sueño es un regalo.
Es verdaderamente difícil encontrar películas con guiones tan buenos como el que nos encontramos aquí. Un guión sin fisuras, con una estructura narrativa sólida, con personajes perfectamente definidos y creíbles (cosas más raras se han visto, no digan que no; basta con ver el telediario cada día para escuchar historias tan terribles como esta o más) y además entretenida, bien hecha y con un excelente balance entre comedia, drama y por supuesto thriller. Es, en pocas palabras, una pieza de orfebrería cinematográfica casi perfecta. Además, Van Sant propone ese estilo de falso documental o mockumentary, y resulta una elección tremendamente acertada y original que da todavía más vida a la historia.
Pero por encima de todas esas cosas, Todo por un sueño es una película al servicio del talento de una extraordinaria actriz. O mejor dicho, es la película que permitió a Nicole Kidman pasar de ser la mujer de Tom Cruise y una actriz discreta a ser una actriz a la que había que seguir con enorme interés. La fuerza, seguridad, confianza y carisma que despliega en la piel de Suzanne es apabullante y está solo al alcance de las más grandes, y Kidman lo es, se haya dicho lo que se ha dicho de ella en los últimos años. No conviene olvidar a un simpático Matt Dillon capaz de generar pena en el espectador por su pobre y bobalicón personaje ni por supuesto a un soberbio Joaquin Phoenix, que clava su rol de adolescente perdido y engañado.
Una excelente película de Gus Van Sant sobre el deseo de triunfar y los pocos o inexistentes escrúpulos a la hora de lograrlos.

Lo mejor: Kidman, Phoenix y el formato de falso documental.
Lo peor: Puede que le sobren algunos minutos.