Qué corazón tiene el cine de Tomm Moore. Qué alma. Qué magia. Sobre todo qué magia.
La canción del mar es como una versión 2.0 de El libro de Kells, su hermana mayor. Igual de encantadora, igual de mágica, todavía mejor hecha y con el mismo problema que tenía aquella. La canción del mar es una gozada. Es una película preciosa, con una historia encantadora, profundamente enraizada en la mitología irlandesa y con personajes muy cercanos al espectador. Además, tiene una animación absolutamente extraordinaria, muy tradicional y a la vez muy perfecta en lo técnico, que da unas imágenes preciosas (atención a las escenas de Saoirse bajo el agua). Sin embargo, Moore no sabe canalizar bien el encanto de esa historia tan mágica que tiene porque le da por alargarla hasta la extenuación. Esta es una historia de máximo setenta minutos, no de noventa. La canción del mar se alarga en demasía y lo paga en su ritmo, estupendo durante su primera media hora.
En definitiva, una propuesta más que notable, una película de enorme belleza y muy aceptable para mayores y pequeños. Déjense llevar por el canto del mar. No les decepcionará.

Lo mejor: La animación, extraordinaria, la magia que desprende y su innegable encanto.
Lo peor: Es a todas luces demasiado larga. La historia no da para tanto.