Interesante película de George Miller protagonizada por unos simpáticos pingüinos bailongos y/o cantarines, que sin embargo se hace pesada en algunos momentos. Y es una pena, porque muchas otras secuencias, como la de las orcas o la de ese depredador marino tan feo (no sé su nombre) rozan la perfección. Por supuesto ayuda mucho la animación, que es una auténtica obra maestra: el nivel de realismo del agua, el hielo, los animales... es perfecto. Además, los números musicales son divertidísimos y el mensaje ecológico es precioso. Lástima que la realidad no sea como el final de la película, por otro lado, una clarísima concesión al público más infantil.
En definitiva, es la película más Pixar que no es de Pixar. Y eso es todo un halago en un mercado tan saturado de cintas animadas como el de ahora.

Lo mejor: La animación y el mensaje ecologista.
Lo peor: El ritmo decae en demasiadas ocasiones.