El método Williams no es nada del otro mundo. Vaya eso por delante.
De hecho, no se diferenciaría mucho de cualquier drama humano de sobremesa o de cualquier biopic si no fuera por la inimitable presencia de Will Smith, uno de esos actores que, gusten más o gusten menos, se las pintan solos para resultar inolvidables y carismáticos. Se trata, sin duda, de una de las mejores interpretaciones del protagonista de Men in Black, que capitanea con soltura a un elenco de intérpretes que están entregadísimos, comprometidos con contar la historia del ascenso al éxito de dos de las mejores tenistas de toda la historia, como son Venus y Serena Williams (especialmente Serena, en quien más se centra el relato). Una historia llena de tópicos, que la narración pone en pantalla sin ningún interés por innovar, y con un clarísimo exceso de metraje, desgraciadamente habitual circunstancia en las películas "oscarizables". Y oscarizable ha sido sin duda El método Williams, aunque no se lo merece precisamente, y más viendo que han quedado fuera joyas como Spencer, pero bueno, ya saben. Deporte, superación, familia negra que sufre racismo de sus vecinos blancos, emoción... todos los elementos son los correctos.
Sin embargo, hay algo que hay que reconocerle a la película, que es lo entretenida que resulta y lo agradable que es su visionado, se sea fan o no del tenis y de las hermanas Williams. Es una película sin duda emotiva, con capacidad para gustar y que deja un regusto agradable. A todos menos a Arantxa Sánchez-Vicario, por cierto, a quien a buen seguro no habrá gustado el retrato que de ella se hace en la cinta.
Correcta, sin más.

Lo mejor: Will Smith, en una de sus mejores interpretaciones y al frente de un reparto de lo más entregado, y lo entretenida que es.
Lo peor: Es excesivamente larga, y es un conjunto andante de tópicos, como sólo las historias reales pueden serlo.