Voy a ser muy breve sobre la polémica que rodea a Guapis, de la que es imposible desprenderse antes de hablar de la película en sí, que se supone que es lo que nos debería importar.
Me perturba pensar que vivimos en un mundo en el que se considera sexualización de menores e incitación a la pedofilia una película que, precisamente, viene a denunciar justamente eso. ¿De verdad es tan difícil darse cuenta de que la intención de Maïmouna Doucouré ha sido precisamente esa, denunciar y criticar la hipersexualización a la que están expuestos los menores de edad, cada vez antes, debido a las redes sociales, Internet en general y la cultura pop? En fin...
De hecho, no hay más que ver la película (nota importante: VER LA PELÍCULA ANTES DE CRITICARLA, gracias. Parece una tontería, pero está clarísimo que la mitad de las personas que echan pestes de la película ni siquiera la ha visto) para darse cuenta de que Doucouré ha querido expresar que los niños han de ser niños siempre, y deben ser protegidos de actitudes nocivas como las que vemos en la película, llámese concursos de baile para niñas sexualizadas o llámese concursos infantiles de belleza para, de nuevo, niñas sexualizadas como los que hay a cientos en Estados Unidos y que con tanto acierto satirizaba Pequeña Miss Sunshine. Porque Amy, como queda demostradísimo al final, cuando regresa a casa corriendo, es una niña, una niña inocente. Y eso es lo que hay que preservar y lo que alaba Doucouré. Lo que critica es justo lo contrario.
Pero Guapis no es sólo la polémica. Es mucho más. Se trata de un acertadísimo retrato social sobre la integración de las familias africanas musulmanas, conservando su propia cultura y tradiciones, en la sociedad francesa actual. Un choque de mundos que da como resultado un entretenido y muy interesante drama de tintes sociales, como decimos, acentuado aún más por la diferencia de edad y mentalidad entre madres e hijas e incluso las parientes más mayores de esta sociedad muy matriarcal (atención al personaje de la tía, y cómo se enfrenta a la madre de Amy cuando la ve llegar vestida de bailarina).
Un debut espectacular para Maïmouna Doucouré. Una película necesaria y valiente.

Lo mejor: Su valentía y su mensaje, así como el trabajo de todas las actrices.
Lo peor: Hay algún que otro plano desafortunado, sin duda.