Vicky Cristina Barcelona es, ni más ni menos, una obra menor en la carrera de un genio. Woody Allen siempre hace películas entretenidas y mínimamente interesantes, a pesar de lo que se ha dicho en los últimos años, pero esta vez no ha acertado. Lo peor es que cuando se acaba la película tienes la sensación de que no te ha contado nada. Algunos dirán que las películas de Allen siempre son así, que te hablan de muchos temas y de ninguno a la vez, y que al final parecen algo vacías. Algo de razón tienen, pero VCB no está al nivel de las grandes películas de Allen, como Hannah y sus hermanas, Maridos y mujeres o ni siquiera Melinda y Melinda. Intenta, además, volver un poco a la comedia y no le salen muy buenos chistes.
Así, entre tanta mediocridad, destaca inevitablemnete la sobriedad de Rebecca Hall, la mejor de un reparto en el que brilla la denostada Scarlett Johansson (mucho mejor actriz de lo que algunos quieren ver, pero quizás no tan buena como prometía en aquel 2003 glorioso de Lost in translation y La joven de la perla) y Javier Bardem sale del paso bastante bien. Sobre Penélope Cruz, decir que sale como media hora, habla casi todo en español y tampoco hace nada del otro universo. Además, su papel es inútil, y podría perfectamente no haber estado. Si ya se dan Oscars por ésto, la Academia se ha vuelto loca. Pero claro, es guapa, famosa, y Almodóvar le ha dado la vida en EEUU. Y éso allí cuenta mucho.

Lo mejor: Rebecca Hall, espléndida.
Lo peor: Que no dice nada importante o interesante, y sólo sirve para pasar el rato.