Una de las pocas películas pasables del inefable Roland Emmerich. Cine palomitero del de toda la vida, pura evasión para pasar un rato agradable sin pensar en nada más.
Efectos visuales impresionantes, reparto atractivo, mucho entretenimiento y nada malo para quien acepte que esto es un blockbuster veraniego hecho por y para la evasión del personal.

Lo mejor: El carisma de Jeff Goldblum y Will Smith, y los efectos visuales. Las naves gigantes siguen siendo una de las imágenes más impactantes del cine de los últimos 30 años.
Lo peor: Obviamente, la falta de profundidad de personajes y situaciones, pero es que no se le puede pedir más.