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Voto de Sibila de Delfos:
9
Drama Drama familiar. Cuando Zach entra en la adolescencia y descubre que es diferente a los demás, reprimirá sus tendencias más profundas para no perder el amor de su padre. Entre 1960 y 1980, vive rodeado de sus hermanos, de Pink Floyd y los Rolling Stones, los porros fumados a escondidas, las grandes y pequeñas discusiones. Pero, sobre todo, lo que Zac busca es poder mantener la relación con su padre. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, no sé muy bien por qué se considera que Zach, el protagonista de esta película, es gay. Es decir, es cierto que sus inclinaciones son más homosexuales que heterosexuales, pero la única persona de la película con la que lo vemos claramente teniendo relaciones sexuales es con Michelle, una mujer. Aun así, por su filosofía de vida y su aceptación de sí mismo, este Zach Beaulieu puede ser un ejemplo de heroísmo cotidiano en nuestros días, cuando tantos y tantos jóvenes homosexuales sufren acoso incluso en países donde la homosexualidad teóricamente se acepta.
Así pues, de lo que habla C.R.A.Z.Y. es de un chico que es diferente, que hace cosas impropias de lo que su padre y la sociedad consideran "masculinas" y que le gustan los hombres y también las mujeres, o al menos una mujer. Pero el film de Jean-Marc Vallée es mucho más. Como Tito Andrónico, es un retrato de familia, de las miserias y tiranteces que nos separan de aquellos a los que más queremos, o eso se supone. Y lo hace con enorme brillantez, con una mezcla fascinante de humor (ver el momento casi inicial en la iglesia y lo que imagina Zach) y drama (atención a la discusión entre Zach y su padre bajo la lluvia después de la boda) que funciona a la perfección. Vallée, además, cuenta la historia con una puesta en escena soberbia que aprovecha muy bien el vistoso montaje de Paul Jutras para crear secuencias de las cuales es imposible apartar la mirada (atención al montaje paralelo de lo que hace Zach después de abandonar la boda de su hermano). La banda sonora también funciona muy bien y realmente aporta cosas a la historia, no como ocurre en otras muchas películas en las que las canciones son un relleno.
Pero sobre todo la película es lo que es gracias a un enorme Marc-André Grondin que sabe personificar las luces y sombras de Zach y toda su complejidad con un talento a la altura del guión. Se trata de un trabajo muy matizado, muy medido, poco habitual en actores tan jóvenes que resulta apabullante y lleno de energía y fragilidad al mismo tiempo.
Más que recomendable, excelente en prácticamente todo. Hay que estar L.O.C.O. para no verla.

Lo mejor: El retrato de las relaciones familiares de Zach, la puesta en escena de Jean-Marc Vallée y la interpretación de Marc-André Grondin.
Lo peor: El personaje de Michelle no aporta gran cosa y el episodio en Israel tampoco es demasiado necesario.
Sibila de Delfos
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