Ben Wheatley, que igual dirige un western en blanco y negro sobre una guerra civil del siglo XVII que la próxima secuela de Megalodón, o una nueva adaptación de Rebecca, consigue con Free fire una alocada mezcla de comedia negra y thriller mafioso, con un reparto espectacular, además.
Tiene, además, un aire a Tarantino, o al menos a Reservoir Dogs, por la ambientación en un único escenario, los escasos personajes y el carácter teatral de la propuesta.
Sin embargo, Wheatley no es el realizador de Pulp fiction, está claro, y los diálogos no tienen la misma inventiva e ingenio, y quizás por ello la cinta pasa desapercibida y se olvida rápido. Pues ese es su defecto más importante: no destaca realmente en nada.
Correcta, pasable, pero poco más.