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Voto de Sibila de Delfos:
10
Romance. Drama Adèle (Adèle Exarchopoulos) tiene quince años y sabe que lo normal es salir con chicos, pero tiene dudas sobre su sexualidad. Una noche conoce y se enamora inesperadamente de Emma (Léa Seydoux), una joven con el pelo azul. La atracción que despierta en ella una mujer que le muestra el camino del deseo y la madurez, hará que Adèle tenga que sufrir los juicios y prejuicios de familiares y amigos. Adaptación de la novela gráfica "Blue", de Julie Maroh. (FILMAFFINITY) [+]
13 de marzo de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se dejen engañar por las alegres sonrisas de Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux en el poster de la película que nos ocupa. La vida de Adèle es un drama con todas las de la ley que explora los recovecos de las relaciones de pareja, sus inicios, la pasión, el asentamiento, los problemas y el indecible dolor que se siente cuando estas acaban. Como muchas otras antes y como harán muchas otras cintas que están por venir, dirán algunos. Craso error. La vida de Adèle no es una película más.
Algo debe estarse haciendo muy bien si una película que roza las tres horas de duración no solo no aburre ni exaspera en ningún momento, sino que además deja con ganas de más una vez termina. Eso es exactamente lo que ocurre con la película que ha filmado Abdellatif Kechiche. De hecho, es muy probable que el franco-tunecino haya firmado una obra maestra. El tiempo dirá, pero lo que está claro es que La vida de Adèle es una película absolutamente extraordinaria, y lo es porque desborda no sólo talento, sino también sensibilidad. Hay una enorme belleza en la manera en que se cuenta la historia de amor entre Adèle y Emma. La narración desprende inteligencia, verdad, realismo, naturalidad y sobre todo una sensibilidad nunca cursi que involucra al espectador desde el principio y lo hace uno con las dos protagonistas y muy especialmente con Adèle, que es a quien acompañamos desde el principio. Sus dudas, sus sentimientos desmedidos, su sentimiento de soledad, su alma atormentada... da igual que el espectador sea heterosexual u homosexual, hombre o mujer, anciano o joven, porque el periplo vital de la protagonista y su compañera es el nuestro gracias al tacto y habilidad de Kechiche para el reflejo de las emociones. No hay nada que no funcione ni nada que sobre en la película. Escena a escena es una pequeña maravilla de amor y dolor de los que marcan (y efectivamente así lo hacen, al menos para Adèle) una vida entera. Incluso la visualización de las muy explícitas escenas de sexo rezuma algo de esa belleza y ese amor. Es un error quedarse con el erotismo latente y los desnudos de las actrices. Hay mucho más detrás de la pasión de Emma y Adèle que la simple satisfacción sexual. Hay identidad, aceptación de uno mismo y por supuesto una defensa clara de la libertad personal y sexual de individuo que desgraciadamente hoy en día sigue siendo negada en muchos lugares y en la propia Francia. Se ha llegado a tachar de pornográfica. No lo es. Explícita desde luego, pero gratuita no lo es nunca porque hay demasiado amor y demasiada belleza en la realización de las escenas como para quedar en una simple muestra de morbo para pajilleros.
Mucho se ha hablado también de las controvertidas técnicas que usó Kechiche para sacar a Seydoux y Exarchopoulos lo mejor de sí e incluso del maltrato al que presuntamente fueron sometidas por parte del realizador. La verdad solo la saben los que estuvieron en el rodaje, pero lo que está claro para todo el mundo es que entre las dos, Seydoux y Exarchopoulos, han creado algo único. Su esfuerzo durante toda la película es titánico y merece todos los elogios del mundo. Lloran, ríen, sufren, se gritan, se odian y aman a veces al mismo tiempo y el público ha de creérselo todo, pues así de potente es la interpretación de ambas. Seydoux es quien parece tenerlo más fácil pues su personaje está menos explorado psicológicamente por el guión y es una persona más extrovertida, pero igualmente clava la vulnerabilidad ante el engaño (atención a la excelente secuencia en que las dos chicas discuten). Exarchopoulos, por su parte, es una maestra con sólo 20 años. Así de claro. La manera en que mira es un regalo, así como esa naturalidad arrolladora y ese torrente de emociones que expresa sin despeinarse, como si fuera algo fácil, cuando está entregando un trabajo bordado con oro.
Pocas películas hay más transgresoras, hermosas y redondas que esta. Pecado mortal perdérsela.

Lo mejor: Todo, y muy especialmente la entrega de las dos actrices.
Lo peor: Nada.
Sibila de Delfos
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