Speed es la definición de una película de acción. Pero de las de antes, de las de los 80 y 90.
Una montaña rusa de adrenalina imparable, secuencias impactantes, conducción acelerada, explosiones, tiros, suspense, protagonistas carismáticos, un poco de amor (pero como complemento, no entorpeciendo la acción) y todo lo que hace buena a una cinta de estas características.
Merece mucho la pena verla para acordarse de lo que viene siendo una película con el único propósito de hacerle pasar un buen rato al espectador en medio de una orgía visual y sonora de la mejor descarga de adrenalina posible, orquestada muy bien por Jan de Bont (¿dónde está este hombre, por cierto? no hace nada desde la secuela de Tomb Raider, 2003...)

Lo mejor: El entretenimiento que ofrece. Ya no se hacen películas de acción así. Y el carisma de Sandra Bullock y Keanu Reeves, pocas veces más acertados que aquí.
Lo peor: Es una película cuya idea aguanta 90 minutos. Los últimos quince o veinte sobran.