El título español de esta película no refleja lo que en realidad es. El original sí lo hace.
The young Victoria es, ni más ni menos, una visión de cómo era la soberana más longeva de Inglaterra (al menos hasta que llegó Isabel II) antes e inmediatamente después de ocupar el trono. No es una crónica de su reinado en absoluto, sino un acercamiento a su persona cuando aún era una jovencita llena de ilusiones y conatos de rebeldía y a los comienzos de su relación con su esposo el príncipe Alberto.
Jean-Marc Vallée saca un inmenso partido del lujo técnico del que dispone y consigue momentos de verdadero mérito y gran magia, como el baile de la pareja protagonista en la coronación, la noche de bodas, la primera reunión de la reina con su Consejo o por supuesto todo el tercio final (con esa discusión en el dormitorio y el atentado). A Julian Fellowes, guionista, hay que reconocerle un excelente manejo de los diálogos y esa elegancia que le caracteriza siempre, pero no es menos cierto que, cuando la cinta no se centra en el romance, el interés es menor y el ritmo bastante más pesado. Y no porque lo que se cuenta sobre la política inglesa no sea interesante, sino porque se cuenta sin demasiada pasión y sin un ritmo adecuado.
Aun así, el esfuerzo de Rupert Friend y sobre todo Emily Blunt (qué buena es, por Dios), muy bien acompañados por Paul Bettany, Miranda Richardson y Mark Strong en los tres personajes más interesantes de la función, bien vale el visionado. Una película preciosa a todos los niveles.

Lo mejor: La química entre Blunt y Friend y algunos instantes mágicos.
Lo peor: Toda la fascinación del guión se queda en el romance y no en la política.