J. T. LeRoy nos cuenta una de las historias más bizarras de la literatura reciente: Laura Albert creó la persona literaria de J.T. LeRoy para publicar sus novelas. Al ver que se convertían en un éxito y que el autor suscitaba interés, Albert se puso de acuerdo con su entonces cuñada Savannah Knoop, para que pusiera cuerpo al supuesto JT en apariciones públicas.
Quizás, a simple vista, puede sonar a una historia no demasiado atractiva para la gran pantalla. Sin embargo, Justin Kelly (un director que había ofrecido muy poco antes de esta cinta) se las arregla para que este literario engaño, que finalmente fue descubierto, sí resulte ciertamente adictivo para el espectador, a pesar de ciertos defectos. El ritmo es irregular, podría haber sido algo más corta (pese a que su duración es de 108 minutos, con créditos) y los personajes secundarios no aportan demasiado ni terminan por importar realmente, incluidos los que interpretan Jim Sturgess y Diane Krueger, pese a sus estrechas relaciones con Laura y Savannah.
Sin embargo, hay algo adictivo, como decimos, en esta historia de manipulaciones varias, en su mensaje sobre cómo perder la propia identidad es enormemente sencillo en según qué circunstancias, y en lo mucho que entretiene la propuesta, pese a esos fallos de ritmo. Pero, sobre todo, es una película adictiva porque es un placer ver trabajar a las dos actrices principales.
Por un lado, Laura Dern en una interpretación deliciosamente excéntrica e incluso alocada, bordando los manierismos de la manipuladora y a la vez herida Laura Albert. Durante años, demasiados años, el talento descomunal de Dern pasó muy desapercibido, pese a su enorme éxito con Parque Jurásico. Por suerte, gracias a Mujercitas, Big Little Lies y sobre todo Historia de un matrimonio, el mundo ha redescubierto a una superdotada de la interpretación. Y por el otro, Kristen Stewart, una actriz aún por descubrir para muchos que siguen cegados por la mala prensa de la saga Crepúsculo, y que está sencillamente soberbia en la extraña piel de Savannah. Con un cambio físico impresionante, delgadísima, con ese pelo tan corto y teñido de verde, con un aspecto casi enfermizo, Stewart clava la indecisión y la escasa personalidad de la andrógina artista, expresándose con frases entrecortadas y en voz casi siempre muy baja (ver cuando le cuenta a Sara en el hotel de París lo que acaba de pasar con Eva), en un contraste total con la extroversión e hipervisibilidad de la auténtica autora. Un trabajo sensacional de la actriz de Los Angeles, quizás uno de los mejores de su carrera junto con Seberg, Personal shopper y, por supuesto, la próxima Spencer. Atentos, porque todos los premios de la temporada muy probablemente van a ser suyos.
Notable e interesante.

Lo mejor: Kristen Stewart y Laura Dern, fabulosas, y cómo consigue que la historia interese.
Lo peor: El ritmo es irregular y los personajes secundarios no aportan mucho.