Hay que rendirse a los pies (o las pezuñas) de la oveja Shaun en esta su primera aventura cinematográfica. No queda otra.
¿Por qué? Pues porque es una de las películas más simpáticas que se verán este año, seguro. O en cualquier año. No se pierdan las aventuras por la gran ciudad de Shaun y sus amigos, atención a chistes tan ¿tristes? y a la vez divertidos como la visita al sitio de objetos perdidos, la tronchante secuencia del restaurante o el delirante plan para rescatar al granjero. Los personajes son tiernos como ellos solos, sus aventuras son muy entretenidas y divertidas, la película tiene la duración correcta (apenas 73 minutos sin contar créditos) y el disfrute es máximo. Suma puntos también el excelente homenaje que se hace al cine de animación (apenas hay palabras en la película, pero tampoco hacen ninguna falta) y la maestría alcanzada en la técnica stop-motion típica de la serie animada o de Wallace & Gromit.
Realmente encantadora y entretenida. Una película ideal para disfrutar en familia.

Lo mejor: La enorme simpatía y diversión que desprende la película entera (animación, guión, personajes) y su apuesta por homenajear el cine mundo.
Lo peor: Tampoco es una obra maestra ni lo mejor que se haya visto en la historia del mundo.