La verdad, no conozco la historia tras esta película, pero debe ser curioso enterarse de cómo Emilio Aragón consiguió financiación para rodar un western con Robert Duvall de protagonista...
El problema de Una noche en el viejo México es que se parece demasiado a la trama de No es país para viejos, pero le falta toda su brillantez y sabiduría narrativa. De hecho, no logra interesar demasiado al espectador por el peculiar viaje de este abuelo y este nieto, y sus cuitas familiares tampoco logran levantar dicho interés. Así, lo mejor es, como siempre, disfrutar del inagotable talento de Duvall, que forma una buena pareja con el (casi) siempre solvente Jeremy Irvine. Luis Tosar hace, con el piloto automático, uno de sus papeles de matón que tiene ya tan ensayado y practicado en multitud de cintas patrias.
En definitiva, una cinta aceptable y suficiente, sostenida sobre los hombros de sus actores, pero nada más.