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Voto de Sibila de Delfos:
9
Drama En 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuatro jueces, cómplices de la política nazi de esterilización y limpieza étnica, van a ser juzgados en Nuremberg. Sobre Dan Haywood (Spencer Tracy), un juez norteamericano retirado, recae la importante responsabilidad de presidir este juicio contra los crímenes de guerra nazis. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vencedores o vencidos es sin duda una película que hacía falta hacer después de los juicios de Nuremberg y el horror del nazismo. Pero también es una lección de cine de las que ya pocas veces se hacen, un ejemplo de valores cinematográficos encumbrados por un guión maravilloso y una dirección magistral de Stanley Kramer.
Pero si hubiera que escoger una sola razón por la que esta película merece pasar a la historia, esa sería sin duda su espectacular reparto. Pocas veces se han reunido tantos y tan buenos actores en una pantalla. Y con todo respeto para Marlene Dietrich (arrebatadora como siempre), Judy Garland, Spencer Tracy, Burt Lancaster (espectacular en su confesión) o Richard Widmark, los mayores elogios han de ir para Maximilian Schell y Montgomery Clift. El primero es directamente un espectáculo. Consigue que los alegatos de su personaje tengan la mezcla justa de inteligencia, pasión e ira, emociones que el austriaco expresa con una mirada llena de fuerza. El caso de Clift es todavía más extraordinario, pues, como se supo después, el actor tuvo muchísimos problemas para recordar sus líneas mientras rodaba y su propia condición física y mental de entonces, derivada del accidente de coche que sufrió, contribuyó a su interpretación. Sea como sea, la presencia del protagonista de La heredera pone los pelos de punta y clava el alma torturada de ese personaje de discurso entrecortado y ojos asustados.
Gran, gran película.

Lo mejor: Schell (ver cada uno de sus discursos al tribunal, y muy especialmente aquel en el que reparte culpas por lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial), Clift (atención a cuando enseña la fotografía de su madre) y el despliegue apabullante de cine en mayúsculas que hace.
Lo peor: Es sin duda demasiado larga. Perfectamente podría haber durado media hora menos aligerando las escenas fuera del juzgado.
Sibila de Delfos
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