Sin control es un buen nombre para esta película. También lo es Derailed, "descarrilado", en su denominación original. ¿Por qué? Pues porque es, sin duda, una película descontrolada y que descarrila llegada a cierto punto.
Este thriller comienza casi como una comedia romántica, para después plantear una trama que recuerda a, por ejemplo, El cabo del miedo (criminal peligroso amenaza la tranquilidad de una pareja normalita). Hasta ahí todo bien. El problema viene cuando se descubre la verdad tras esa premisa y se produce un giro. No sólo es rocambolesco y tramposo, pues se da de tortas con el hecho que lo cambia todo y del que ha dependido todo hasta ese momento, sino porque se vuelve un espectáculo bastante poco atractivo.
Lo bueno es que los tres actores protagonistas hacen muy bien su trabajo. Clive Owen es uno de los actores más carismáticos y de presencia más magnética de los últimos 20 años, y aquí vuelve a demostrar que se basta y se sobra para salvar la papeleta incluso cuando el guión no termina de acompañar. Jennifer Aniston, una actriz mucho mejor y mucho más interesante de lo que muchos creen, añade una vuelta de tuerca más a sus registros con este personaje envuelto en misterio. Vincent Cassel, por su parte, viene siendo desde sus comienzos en su Francia natal uno de los actores que mejor representa la cara oscura del ser humano, la maldad y la dualidad, y aquí lo vuelve a demostrar.
En definitiva, una cinta correcta y más o menos entretenida, pero nada más.

Lo mejor: Los tres protagonistas, que dan lo mejor de sí, y el clímax en el hotel
Lo peor: El guión descarrila sin remedio cuando se descubre el pastel