Cosas que nunca te dije es ejemplo de lo mejor y lo peor del cine de Isabel Coixet.
La catalana es una excelente autora de diálogos, refleja muy bien la realidad sin ambages y sin palabras falsas o tópicas y escoge y dirige muy bien a sus actores. De hecho, la primera parte de la historia es ejemplar y merecedora de un sobresaliente, porque es entretenida, conmovedora y dice muchas cosas acerca del amor, la felicidad verdadera y las contradicciones de la vida y la naturaleza humanas sin rastro de esa petulancia y pedantismo que siempre se le achaca a Coixet.
Hasta que llega el último tercio. Ahí a la realizadora se le van las riendas de la función, descontrola el ritmo, empiezan a pasar cosas un poco absurdas y entran en escena cosas sin mucho sentido, por la sencilla razón de que Coixet, que siempre va jugando con fuego porque su estilo no es lo que se dice fácil ni digerible para todos los públicos, comienza a gustarse demasiado y la verosimilitud da paso a todo tipo de situaciones esperpénticas.
Pero si hubiera que escoger una sola razón por la que recordar esta película, esa sería sin duda la interpretación de Lily Taylor, que está espléndida en todas las facetas de Ann: la depresiva, la neurótica, la tierna, la simpática, la seductora y la vulgar. Taylor, con enorme carisma y fuerza, clava todos los matices de un personaje muy bien escrito por Coixet, que también demuestra su buena mano para dirigir actores con el resto del reparto, en especial unos estupendos Andrew McCarthy y Alexis Arquette.
Un notable drama cómico o una comedia dramática, como se quiera ver.

Lo mejor: Lily Taylor y los primeros cuarenta y cinco minutos de película.
Lo peor: Sobran historias (principalmente la del hombre depresivo al que ayuda Don y la de la transexual interpretada por Debi Mazar) y el ritmo en el último tercio es demasiado cansino.