Buena película de Agnieszka Holland, que retoma con este concienzudo y completo trabajo el pulso de antaño en cuanto a narración cinematográfica.

Una radiografía de lo que sucede hoy en día,como bien dice la sinopsis del film "lo que ocurre en los bosques traicioneros y pantanosos que conforman la llamada “frontera verde” entre Bielorrusia y Polonia, donde los refugiados de Medio Oriente y África que intentan llegar a la Unión Europea están atrapados en una crisis geopolítica cínicamente diseñada por el dictador bielorruso Alexander Lukashenko".

Y Holland nos muestra con determinación, la dolorosa situación de dichos refugiados y la crueldad y gratuito sadismo de las guardias fronterizas hacia ellos, amén de la desinteresada ayuda de grupos de movimientos solidarios..

Una cinta comprometida, dura, dolorosa, desgarradora, muy bien interpretada y técnicamente loable en cuanto a montaje y fotografía (en blanco y negro, salvo la escena inicial).

A veces se hace difícil su visión dada su intensidad dramática y la vergúenza que se pasa viendo algo que ocurre muy cerca de nuestro país si vamos en avión.

Un film oportuno, que clama ante la injusticia de unos hechos a los que ningún político, en realidad, pone remedio y tiene que ser generosos ciudadanos quienes ponen de su parte para que los más necesitados tengan lo más básico, a riesgo de sus vidas incluso.

Recomendable, aunque no es la alegría de la huerta.

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