Drama japonés que no aburre pero tampoco convence ni llena al espectador, debido a que, pese a la curiosidad que despierta por su original (aquí en Occidente) argumento, no emociona ni consigue epatar al personal.
Y no lo logra por su errático desarrollo, sus situaciones, a menudo que rondan el surrealismo, pero siempre bajo una pátina de realismo social y de drama estrictamente familiar y, sobre todo, personal en cuanto se refiere a su atribulado protagonista. Un hombre bueno, pero que tiene el complejo de Peter Pan, o algo parecido, no siendo responsable ni para con él ni para con su familia cuando más se le necesita.
La cinta tiene una estupenda fotografía, que ha conseguido el premio a la mejor fotografía y posee un buen final, que cierra con humanidad y tristeza la historia. Una historia dura pero contada de forma que se ve como algo distante pese a las emociones que a flor de piel se nos manifiestan.
Todo se ve con respeto pero con cierto distanciamiento. Pero no es desdeñable y es muy digna.

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