Vista dos veces en mi vida, la primera, más o menos cuanto tenía unos veinte años, pensé esto de ella:

"En manos de otro director hubiese sido una peliculilla de serie C, pues la historia no es nada del otro jueves, y los intérpretes, competentes, pero de serie B, casi siempre. Sin embargo, en manos de Dwan, uno de los primeros directores de Hollywood, adquiere una cierta categoría, resultando elegante y bastante entretenida".

Vista por segunda vez en meyo de 2020 (Fase 1 Confinamiento por el maldito Covid-19) he de decir que me ha gustado mucho.
Creo que, en efecto, gracias a Dwan se consigue un film muy competente en el plano técnico, con momentos deslumbrantes en su puesta en escena, como cuando el protagonista atraviesa varias calles de la ciudad tratando de que no le atrapen ni le maten sus conciudadanos.
Además de ello, en menos de hora y media consigue inquietar e incluso agobiar al espectador, por la tensión dramática lograda gracias a un endiablado ritmo y sabia dirección de un hombre que comenzó en el cine mudo, no lo olvidemos.
Muy buenas interpretaciones, destacando, como ocurre cada vez que sale en la pantalla, al gran Dan Duryea, en un personaje malévolo como pocos.
Buena fotografía, gran montaje y estimables diálogos, como este, que supongo que en anteriores westerns y por supuesto en posteriores, se ha repetido:

"- Cuando se mata a un hombre no es difícil matar al segundo, el tercero ya es fácil".

Un western, considerado por muchos críticos de serie B, pero excelente y muy considerable, donde se pone en solfa valores como la amistad y la confianza en el ser humano.

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