Decidí ver Ruby Sparks porque leí en varias cuentas que era una comedia romántica diferente y de buena calidad, y tengo que reconocer que durante media hora me gustó, pues se abren frente a nosotros cientos de bifurcaciones interesantes, desde las mas oscuras y macabras, a las más cómicas y chorras. Sin embargo, toma el camino más infantil, inverosímil, soporífero, machista e iluso. A partir de ese momento todo se convierte en tedio y desinteres por una historia que parece estar escrita por un niño que, en un futuro, promete acabar en una institución mental.

Dejando de lado el problema más grande del que adolece la cinta, que es la de ser demasiado ingenua, lo que me sorprende es que aun con todas estas licencias narrativas, no consigue trasmitir ningún mensaje. No avanza, nadie cambia, y esto se debe a que los creadores no se dan cuenta de que están escribiendo una película de terror, con una historia de “amor” y el tono de Virgen a los 40.

A reseñar también la poca personalidad y profundidad dramática de los personajes, lo que provoca que te importe una mierda lo que le pase a esa gente de la pantalla, porque no son gente, son monigotes gritando de un lado a otro en un enorme piso avant-garde con música indie de fondo y todo ese pack materialista con las que ya demasiados directores sin talento creen tener una taquillazo instantáneo, y lo que tienen se acerca más a un vídeo de estilo de que vida, que a una película de cine.

Ruby Sparks es ese tipo de basura con buena premisa de la que SÍ se debería de hacer un remake, como: “buscando a Eva”, “rumores y mentiras” o “cómo perder a un chico en 10 días”.