La película se va quedando como vieja, como las pantuflas. Parece una historia de hace un siglo, pero está ubicada no hace tanto.
Buñuel se llena la boca con sus obsesiones, sus manías, sus rencores. Cuando las conoces, empiezan a perder gracia.
Fernando Rey actúa siempre desde la caricatura, desde el viejo baboso. No por ello deja de tener fuerza. Casi te cae bien.
La evolución de Tristana y de D. Lope me parecen excelentes, a nivel físico hay un muy buen trabajo, sobre todo de la primera.
La historia tiene su interés pero le falta algo, quizás organicidad, quizás alguna explicación más. No la vives con naturalidad, le falta pelaje, tienes que analizar más de la cuenta para una historia tan sencilla.
Se siente en exceso el aliento de Buñuel. En la etapa mejicana era un aliento fresco, aquí hay halitosis.
Muy interesante la transformación de amor en odio. Un odio que infecta a quien lo porta.

A valorar la cuestión de a lo que nos puede llevar un deseo desmedido. La aparición de la tiranía nace de allí.
Antes no me lo parecía. Pero a los ojos de hoy, me parece que Buñuel está algo infectado de progresismo barato. Con todo, le reconozco el podio a nivel nacional.

Un trabajo con personalidad, sin duda, aunque falto de consistencia. Un 6,4.