Tras ver "Soy un fugitivo" me ha venido a la cabeza la siguiente reflexión: ¿Cómo podemos ser capaces de apreciar una obra cinematográfica, si hasta el que menos cine de nosotros ha visto, ha contemplado a lo largo de su vida cientos, sino miles, de películas? Estamos tan saturados de miles de imágenes, hemos degustado tantos miles de argumentos, de ideas fílmicas, de guiones de todas las clases, que es imposible que podamos sentarnos ante una película no vista con la mente mínimamente virgen.

Y eso me aconteció con "Soy un fugitivo", pienso yo. Que la mayor parte de las acciones, de las situaciones planteadas, me resultaban conocidas. Se puede deducir que Mervyn LeRoy fue ¡el primero! en desarrollar un argumento-drama carcelario tan completo. Pero como uno ha visto tantas películas de esta temática, se va a encontrar con cierta dificultad para apreciar el valor real de la misma.

Lo malo de las películas de ficción, en las que está muy "adornado" el dramatismo (no sé cómo expresarlo mejor), es que el tema tratado no parece veraz, o nos crea cierta sensación de ver una historieta. Estamos hablando de la mayoría del cine americano, sobre todo. Es el caso de esta película, el actor sufre unos embates de la vida tremendos, pero vistos en la pantalla siempre parecen menos.

Con todo, "Soy un fugitivo" nos permite dilucidar con precisión ciertas realidades:
- Podemos comprobar cómo el Estado "paga" a nuestro protagonista sus servicios en el ejército, así de generoso es ese gran monstruo.
- No, no es la que se narra una situación de época, miren Guantánamo, miren Julian Assange, miren las cárceles chinas...no, estas últimas no las pueden mirar que no dejan.
- Algunos usuarios apuntan a los jueces norteamericanos. Bien apuntado pero muy insuficiente. Es evidente que en este tipo de situaciones la mano que mece la condena viene de más arriba hombre.
- Ya en esa época sucedían, como refleja el filme, situaciones de violencia de género...ah no! perdón, que la legislación actual no llama a eso violencia de género, sólo un poco de mala leche.

"Soy un fugitivo" tiene mérito. No va a contar nada nuevo a un cinéfilo embotado, pero tiene su encanto. Y sí, el final es para nota. Un 7,3.