Porque si uno se pone a pensar en el sentido de mantener a unos soldados como prisioneros de guerra una vez que ha terminado ésta, no puede por menos que darle una vuelta a dicha circunstancia. Los soldados obedecen órdenes, todos obedecen órdenes, entonces ¿Porqué ese tremendo castigo sobre los militares derrotados? La respuesta sin duda es que se les emplea a modo de escarmiento, para sufragar las penas de la población de los países que han ganado la guerra y que necesitan limpiar su odio.

Alguien tiene que pagar ¿no? Entonces ¿Porqué nos identificamos con el soldado Clemens? ¿No debería sufrir todo lo que le aconteciera? Pero en el fondo sabemos que no se lo merece.

La película te obliga a plantearte algo de lo anterior, pues nos encontramos con un soldado alemán como protagonista. No sabemos lo que hizo ni lo que dejó de hacer. Pero sobre todo, es seguro que obedeció órdenes. Y mataría a otros, al igual que los demás soldados de otras nacionalidades.

Se nos plantea una fuga épica, casi imposible. Pero es cierto que el instinto de supervivencia puede sortear los obstáculos más complicados. Aquí vamos a encontrar lo más valioso de la cinta, el deseo de vivir, el tener un motivo para vivir es esencial para seguir adelante. El metraje, aunque largo, está lleno de eso, y te puede insuflar un espíritu muy positivo durante su visionado.

Hay pequeños desfases durante el metraje, pero lo que más me acabó chirriando es el papel del jefe militar ruso, sin duda ese personaje está pensado como elemento dinamizador de la historia, muy típico de las películas norteamericanas, pero aquí ensucia la narración, y más en la escena del puente. El significado de esta última la dejo en el spoiler.

Como nota final va a ser un 6,7, aunque entretenida y agradable película, al acabar me dio la sensación de haber resultado algo desaprovechada, faltándole redondez y mayor coherencia narrativa (quizás sea culpa del libro que la inspira).