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Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda) · Ámsterdam
Voto de loquearde:
8
Drama En la zona obrera de los suburbios de Pennsylvania, Wanda Goronski, una mujer con problemas, abandona a su familia y acaba sumergida en un mundo de perdición. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2020
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo de Wanda cogiendo vuelo tras tantos años es un milagro cinéfilo. Sepultada en el tiempo durante generaciones, su restauración y reestreno hace un par de años volvió a situar esta película de culto en el mapa. No os cuento nada nuevo si me uno al coro de amantes del cine que afirman que el público no estaba listo para un film como este hace cincuenta años.

La historia de Barbara Loden también es de todo menos convencional. Nacida en Carolina del Norte, comenzó su carrera como modelo y bailarina en Nueva York cuando tenía 17. Estuvo casada con el célebre director Elia Kazan (fue su segundo marido y le sacaba 20 años) y apareció en varias películas de éste además de en películas y obras de teatro de otros directores. Para cuando rodó su primera película, ya estaba cerca de los cuarenta. Y, por desgracia y debido a su prematura muerte a los 48 años, Wanda fue la única película que rodó.

Pese a que en Hollywood ya se estaba fraguando una revolución cinematográfica que cambiaría el medio tal y como se conocía para siempre, Wanda lo tenía todo como para no tener una buena recepción por parte del público de la época. En primer lugar, por poner el foco en una protagonista a la que el público no estaba acostumbrado: una mujer de clase trabajadora y totalmente abandonada a su suerte por la sociedad y por sí misma. En segundo lugar, por su estética cruda y directa, sin adornos innecesarios y sin embargo muy conseguida y que alcanza un efecto inmersivo total. Y en tercer lugar, y esto quizá ya es una visión más personal sobre los porqués, por su mezcla desprejuiciada de géneros cinematográficos.

Barbara Loden rompió las normas establecidas con Wanda y se adelantó a su época. Incluso a día de hoy sigue siendo relativamente raro ver a una “mala madre” en el cine. Cuanto ni mucho hace medio siglo. La escena en que Wanda le otorga la custodia de sus hijos a su exmarido no solo sin rechistar, sino incluso estando de acuerdo en que estarán mejor con su ex y su nueva pareja, sigue resultando sorprendente aún habiendo pasado décadas. Y la triste razón por la que es aún sorprendente es porque sigue habiendo mucho menos cine hecho por mujeres y sobre mujeres del que debería.

El feminismo de Barbara Loden sigue resultando incómodo a día de hoy. Es incómodo porque no presenta una visión idealizada de su protagonista, encarnada por ella misma con una fiereza y devoción que impresiona. Y quizá en menor medida porque es un fiero ataque al matrimonio y a la vida en los suburbios: Wanda prefiere colgarse de un ladrón de bancos aunque le pueda costar la vida antes que continuar con su existencia doméstica (y domesticada). Y ese viaje hacia ninguna parte no está exento de violencia. Wanda no parece valorarse a sí misma, va a la deriva y eso atrae un comportamiento despectivo y agresivo de su inesperado compañero de fechorías.

Es bastante común leer que Barbara Loden fue la versión femenina de John Cassavettes y, pese a que obviamente esta es una teoría válida y que se sostiene a nivel estético, lo cierto es que Wanda ocupa un lugar propio en la historia del cine. Es una película descarnada y rotunda, sí, pero también una película que consigue que nos acerquemos hasta niveles insospechados a la mente de protagonista. No voy a desvelaros nada porque espero que la veáis en cuanto acabéis de leer esta crítica, pero el final no es el que os esperáis. Es aún mejor.

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loquearde
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