Directamente trasvasado desde el teatro, Palabras encadenadas es un solvente thriller psicológico que no debería pasar desapercibido en el ámbito cinematográfico español. Lo digo porque el género no es uno de los que haya dado muchos frutos en nuestra tierra, y los pocos que se salvan deberíamos mimarlos como si fueran reliquias.
No digo que la presente sea una película redonda, que sea una completa maravilla, pero desarrolla una historia que, obviando alguna que otra licencia, capta el interés del espectador y lo mantiene hasta el final. Ello es gracias, en gran parte, a las interesantes actuaciones de Goya Toledo, que sabe conjugar a la perfección fragilidad, carácter y sexualidad, y Darío Grandinetti, un psicópata de andar por casa realmente creíble. Ambos son el inevitable eje del film, que no funcionaría si la pareja protagonista no hubiera sido captada en toda su profundidad por los actores. Ellos son la gran baza, y, a pesar del riesgo que eso supone, Palabras encadenadas sale airosa.
No dudo en recomendar Palabras encadenadas. Para los amantes del género, supondrá una alegría segura el descubrir esta pequeña pero potente película. Para el resto, el gran trabajo actoral supone un aval suficiente para verla. Y si alguien gusta de la literatura de Dostoievski, no podrá evitar alguna que otra sonrisa siniestra.