Criadas y señoras, bajo su aspecto de película amable e incluso "ligera", es una denuncia certera del apartheid social sufrido por los negros en los años 50 y 60 en la mayor parte del territorio estadounidense. La película en concreto se sitúa en Mississipi, donde la realidad es la de un mundo dividido en dos, el de las criadas y el de las señoras, es decir, negros y blancos, los primeros al servicio de los segundos.
Cuesta al principio conectar con Criadas y señoras. Te transporta a un mundo que yo siento muy lejano, con unos personajes un tanto excéntricos y frívolos. Pero conforme avanza el metraje, la cinta se va asentando y empieza a roernos el corazón poco a poco. Los personajes empiezan a destaparse y las emociones comienzan a aflorar. Y sobre todo, el amplio plantel de personajes se va reduciendo, dejándonos a solas con las tribulaciones de dos mujeres sencillamente apabullantes: Octavia Spencer (merecido Oscar) y Viola Davis (¿para cuándo un Oscar para esta maravilla de actriz?). Ambas son el alma de la película, encarnando a ese The Help del título original. Pero el sector señoras tampoco se queda atrás: Bryce Dallas Howard está espléndida como una pérfida y amargada, y Jessica Chastain rebosa ternura en su papel de ingenua rica. Y como puente entre ambos mundos, una magnífica Emma Stone, que me sorprende cada vez más en cada película que participa.
Aunque un poco redundante en sus últimos compases, Criadas y señoras sabe tocar la fibra del espectador. Tal vez se regodee un poco con el azúcar, pero encierra momentos de verdadera emoción. Y ante todo, es un auténtico disfrute interpretativo, un maravilloso trabajo de un grupo de actrices en estado de gracia. Muy recomendable.