A rebufo del éxito de Saw se presentó en su momento Mentes en blanco, a modo de potente thriller claustrofóbico siguiendo la moda de personas encerradas obligadas a colaborar para salvar el pellejo. Aunque no tarda mucho en desmarcarse de Saw, Mentes en blanco no puede negar su influencia, y se postula como una buena manera de entretener y acaso tensionar durante un rato al confiado espectador.
Los resultados son dispares. El trabajo actoral no es malo, incluso despliegan cierta química. La dirección es obra de un ex-director de videoclips, así que no faltan tomas acrobáticas y el millón de fotogramas por segundo, pero con todo no se le va la mano. El guión es moderadamente tramposo y, sobre todo al final, innecesariamente enrevesado; ahí es donde se pierde un poco el control en favor del efectismo más barato.
Al final nos queda un curioso thriller con algunas dosis de acción, que no deja mal sabor de boca. Tal vez peque de falta de ritmo en algún momento, pero sabe cómo mantener el interés y resolver, si no de manera brillante, sí hábil, una intrincada trama.