Decía Jean Luc Godard que en el cine ya no había sangre, sólo el color rojo. Esta Piraña le da la razón en cada una de sus palabras. La película de Alexandre Aja no está hecha para que la sangre duela o impacte, sino solo por pura diversión. Es una película completamente entregada a inventarse la mayor burrada posible, a mostrar cuanta más sangre y cuerpos desnudos (curiosamente, nada de sexo) pueda. Pura diversión en color rojo.
¿Es una buena película? Depende de lo que busques. Si busques exactamente lo que he dicho arriba, Piraña es tu película. Pero tiene que ser exactamente eso. Si buscas un poco de talento o virtuosismo, poco hay en ella, a pesar de que la firme Alexandre Aja. El director francés es muy apreciado por mí desde que vi Alta tensión, y más aún cuando lo bordó con el remake de Las colinas tienen ojos. Pero desde entonces su talento está en el dique seco. Supongo que no le ofrecen cosas mejores. El caso es que después vino la insulsa Reflejos y ahora esta Piraña, que si bien es un poco mejor, no le llega a la suela de los zapatos a Alta tensión o Las colinas tienen ojos. Una pena que Aja no encuentre historias a la medida de su talento.
En fin, quien quiera sangre, tías neumáticas y muertes grotescas, que no prescinda de estas pirañas. El festín está asegurado. Ñam.