E aquí la bastardización definitiva entre el humor inglés más cínico y ácido y el circo congresista americano con una alineación de secretarios de estado a cual más friki, el cruce entre un guión de Aaron Sorkin y el libreto de un episodio de "The Office" que parece haber generado un engendro mutante entre el tono de esta cachonda serie inglesa y la más sesuda y de politiqueo "The west wing of the White House".

A mi particularmente ni me sorprende ni me pone que dos energúmenos ingleses se pasen la película vociferando y soltando tacos a causa de las meteduras de pata de un absolutamente inverosímil ministro de una cartera marginal de su propio gobierno que por accidente con sus declaraciones la lía parda.

Nada me parece destacable en exceso, el rodaje que parece perpetrado por un aquejado de Parkinson me mosquea más que convencerme del supuesto realismo documental que digo yo que se intenta darle, y lo único salvable es que aunque sea de politiqueo y para quien lo le interese pueda resultar algo tostoncete, la idea subyacente no deja de ser inquietante: el juego de la política no es ni más ni menos que el mayor juego de manipulación de masas que existe para justifucar ante todos (y realmente convencerlos) de que se debe hacer en realidad lo que unos pocos desean.

Precisamente, nada que no supiésemos... quizás los ingleses o americanos que en estos temas parecen tan ingenuos se sorprendan con la crudeza de las implicaciones que plantea "In the loop", a saber, la invasión de un país sin pruebas reales de su supuesta maldad, ¿os suena no, aunque en toda la película no se diga la palabra Irak? Pues eso, para los que ya estamos curados de espantos no es que nos vaya a sorprender mucho.