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Voto de josep Giralt Álvarez:
9
Drama. Comedia Judah y Clifford son dos hombres enfrentados a sendos dilemas morales de diferente gravedad. Cuando Judah, un reputado oftalmólogo, pretende poner fin a su relación extraconyugal, su amante lo amenaza con arruinar su vida contándoselo todo a su esposa; según su hermano Jack la única solución es asesinarla. Por su parte, Clifford es un director de documentales que se ve obligado a rodar una película sobre su cuñado, al que desprecia. (FILMAFFINITY) [+]
9 de septiembre de 2008
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9º Film de Woody Allen y a mi parecer su obra maestra más incuestionable hasta la fecha. De visión imprescindible y de revisión obligatoria. El film desarrolla en paralelo 2 relatos que se entrecruzan a lo largo del argumento, un prestigioso oftalmólogo (Judah-Martin Landau) y un documentalista angustiado y sin éxito (Clifford-Woody Allen). Cuando las tramas de Judah y Cliff convergen, Delitos y Faltas ya ha puesto, nada más y nada menos, que a Dios en la balanza y ha descubierto que es ingrávido. Allen nos recuerda que la forma en la que la mayoría de nosotros sobrevivimos es diciéndonos que, después de todo, nuestras propias pequeñas faltas no son nada comparadas con los inmensos delitos de otros que quedan sin castigar. El film presenta en su guión una inteligente bateria de interrogantes sin respuesta: ¿Es posible vivir una vida con sentido en un mundo abandonado por Dios? ¿Podemos conocer a otra persona, identificarla como "buena" o "mala", o es la personalidad tan compleja que esos conceptos se entremezclan dentro de cada individuo? ¿Es el conocimiento la verdadera tragedia del hombre?¿Duramos mientras duran nuestras ficciones? Los personajes de Delitos y faltas se mueven en un mundo de moral relajada donde cualquier intento de ser realmente decentes se ha desvanecido ante la prioridad de tan sólo parecerlo. Woody Allen consigue con su figura de documentalista, crear uno de los retratos más amargos sobre el fracaso llevados jamás a la pantalla.El film de Allen hurga en las heridas, incluso las provoca. En definitiva, azota al espectador, parece que quiera despertarnos. Al mismo tiempo nos recuerda que todos somos impostores, a pesar de que hay grados en la impostura. Nos habla de la conciencia como fatalidad, del bien y del mal, menciona claramente todas las ideas, abraza el existencialismo, flirtea con el nihilismo y al final nos dice que sólo vivimos en la medida en que consumados ilusionistas, nos entregamos a un ejercicio distorsionador de la realidad que altera las auténticas dimensiones de cada uno de nuestros propios dramas. Merece especial mención el productor de Televisión, encarnado magistralmente por Alan Alda. Bien podría ser cualquiera de los mucho/as que se pasean actualmente como ideólogos consumados por nuestro panorama catódico. A todos ellos parece dedicada la siguiente reflexión de Bertrand Russell: "El problema del mundo es que los estúpidos están completamente seguros y los inteligentes están llenos de dudas". Por lo tanto el director nos muestra una sociedad incapaz de dar a luz nuevas utopías. Por consiguiente, nos encontramos ante un mundo amenazado de esclerosis y de ruina, donde parece ser que la única certeza es que la vida no tiene demasiado sentido.
josep Giralt Álvarez
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