David Gordon Green hizo un gran trabajo con la trilogía reboot de Halloween. Aunque a nivel creativo dependerá de a quién le preguntes (para gustos los colores; yo quedé muy satisfecho con el conjunto pese a sus fallos), la realidad es que a nivel financiero reportó ganancias a las productoras y a nivel cultural trajo a Michael Myers de vuelta al redil. De nuevo el asesino en serie estaba en boca de todos, y también una Jamie Lee Curtis que empezó a vivir una segunda juventud y ha acabado ganando un Oscar. Así que es normal que se le encargara hacer algo parecido con El Exorcista. Pero ya aquí hallamos el primer obstáculo: Haddonfield y Michael Myers dan pie a secuelas. En el fondo es la historia de un asesino en serie con la que a nivel narrativo se puede experimentar y sacarla mucho jugo. En cuanto a El Exorcista, el tema de las posesiones no permite tanta banda ancha, y el que hayamos tenido docenas de películas del estilo no ayuda.
El principal enemigo de este filme es precisamente el hecho de que es una secuela de un venerado clásico, por tanto, ya de partida tenemos un defecto de forma insalvable. Como película de terror por sí sola, es un cajón desastre en el que hay cosas mejores y peores. Se intenta mostrar frescura con una “doble posesión”, tiene un primer acto de presentación muy bueno y el final es sólido también. Por otro lado, miedo da poco, y tanto las actuaciones como la mayoría de las escenas son olvidables y genéricas.
Sin embargo, la cosa se pone peor cuando te acuerdas de que es una secuela de El Exorcista, película por cierto tremendamente innovadora en el género; esta no lo es.
La única conexión real con su predecesora es que los personajes acuden a Chris MacNeil de Ellen Burstyn porque ella ya ha vivido un exorcismo. Y resulta que la desaprovechan de manera criminal; y probablemente la palabra desaprovechar se queda corta para la birria de papel que le han dado. Para eso, que no hubiera vuelto, que la película se hubiese quedado como una nueva del género y a lo mejor hasta no le habrían llovido tantos palos. Pero claro, en ciertos aspectos del terror sólo se pueden hacer películas si son de sagas. ¿Asesinos slasher nuevos, posesiones nuevas, secuestradores nuevos? No, mejor seguimos con los que nacieron hace décadas; algunas veces saldrá bien (Halloween) y otras mal (esto), pero dinero ganaremos seguro porque la audiencia adulta necesita volver a lo que les hizo felices cuando eran niños. “Presos cautivos de la nostalgia”, reza una crítica de por aquí, y cuanta razón tiene quien lo escribiese.
Supuestamente hay una trilogía planeada, aunque no sé muy bien cómo van a sacarla adelante desde el punto de vista creativo. Igual que tampoco sé si merece la pena intentar aprovecharse del buen nombre de una película de 1973 para hacer cine de terror como éste.