Este año hemos tenido varios filmes que abordan, de una forma u otra, el existencialismo de la vida (The Whale, El peor vecino del mundo…). Todas tienen en común a un personaje que se enfrenta a sus últimos días, y es ahí cuando llega la reflexión. Aunque Living no es mi favorita de ellas, si que tiene mi actuación protagonista preferida de las 3. Bill Nighy ha sido un secundario de lujo durante dos décadas, y que por fin pase al primer plano me alegra mucho; que lo haga por todo lo alto me alegra todavía más.
Y es que Nighy consigue que su Mr. Williams sea un personaje con el que conectas, que emociona y te hace reflexionar; justo el objetivo de la cinta, encapsulada en su protagonista. Una interpretación excelente que vuelve a todas las demás en el filme insignificantes; lo que supone un arma de doble filo. Esos puntos vista externos y secundarios son fundamentales en la construcción de la historia; pero ninguno de los actores y actrices de reparto llega a la suela del zapato a Nighy.
Salvo ese detalle, estamos ante una historia muy bien contada y rodada, con una fotografía soberbia, y con un excelente Nighy al frente, se convierte en una de las pequeñas joyas del año.