Se diferencia tantísimo la situación de las mujeres de los países occidentales a la de los islámicos que resulta estremecedora esa diferencia. Aquí afortunadamente todos somos personas iguales en derechos, sin importar nuestro sexo. Sin embargo, y por desgracia, en algunos países islámicos, sobre todo en los del islamismo radical como el régimen talibán en Afganistán, el hombre es el que tiene todos los derechos y las libertades, relegando a las mujeres a un segundo o tercer puesto en la sociedad y siempre a la sombra de un varón que la controle. No pueden salir de las casas sin compañía masculina, no pueden relacionarse con otro hombre que no sea su esposo o de su familia (bajo amenaza de ser lapidadas si se las acusa de adulterio, ya que aunque no tengan testigos, como se dice en un momento de la cinta, "Alá lo sabe", qué barbaridad) y tiene su existencia limitada por las normas morales coránicas. Pero ¿a qúe se vería obligada a hacer una chica por su familia si no tuvieran nada que comer y sólo fueran mujeres? ¿qué consecuencias le acarrearía hacerse pasar por chico?.
La respuesta a esas difíciles y arriesgadas cuestiones se refleja de manera cruda, pero tristemente real, en esta película afgana en la que también se abordan, en ocasiones a modo de documental, otros temas que han tenido resonancia en la opinión públicas y los medios occidentales, como son el matrimonio de niñas o la educación de los jóvenes para convertirlos en mártires dispuestos a morir por su religión. Buena para conocer otra realidad distinta a la nuestra.