Sabe mal que esta película no acabe de funcionar, porque hay que reconocer que la idea era buena, y el desarrollo es honesto, buscando transmitir un mensaje que vaya más allá de la pura road movie.

Cimino fue un director genial, pero que tuvo la mala suerte de creérselo demasiado a la hora de filmar La puerta del cielo, hundiendo su carrera cuando prometía mucho. A partir de ahí no levantó cabeza, y parece que en este film arrastra ese trauma, con algunos paisajes que parecen sacados de aquella película maldita.

Pese a todo, creo que esta cinta merece ser vista, eso sí, con buenos ojos y predispuesto a la indulgencia.