Es una película distinta, que presenta con "sutilidad balcánica", limpieza y humor el sentido cristiano-bizantino de la vida y la muerte. Obviamente el guionista no usa como criterio básico el profundizar pomposamente sobre la experiencia de la muerte, sino ofrecernos un buen rato de cine empleando para ello una mirada irónica sobre el paisaje costumbrista de su tierra. En algunos momentos, el film abandona el tono de tragicomedia y deriva hacia el surrealismo pero sin caer en el esperpéntico absurdo de muchas películas españolas. Así mismo, el trasfondo de violencia y ruralidad que procede del ambiente de descomposición del territorio yugoslavo, es el mismo que adereza la muerte a los ojos del espectador pero distorsionado por el delirante orador-protagonista, el cual consigue con su ingenua comicidad convertir en entrañables las miserias humanas que van desfilando a lo largo de la hora y media de metraje.
Film entretenido y recomendable, incluso para aquellos que miran el cine con pretensiones intelectuales.